EL HOMBRE COMO ACCIÓN
En el diálogo E¿ Sofista o del Ser, Platón hizo una afirmación que
para muchos, en tanto que fue un filósofo idealista que sostuvo que el
verdadero ser se encuentra no en las cosas sensibles sino en las ideas,
pudiera resultar controvertida. Para él: “conocer es actuar”. Quería decir
que esta acción sobre las cosas que es el conocimiento, constituye el instrumento
simbólico mediante el cual, al relacionarse cognoscitivamente
con ellas, el hombre las hace inteligibles.
Por su parte, “Aristóteles distinguió dos clases de actividad humana:
la praxis, instransitiva, que consiste en el puro ejercicio del
sujeto, y la poiesis, transitiva, que consiste en hacer algo y
dejar como remanente un producto”
En el caso de filósofos como Spinoza y Lebniz, lo
que éstos denominan sustanáa, no es más que un “punto
de fuerza”, es decir, una perpetua vocación transformadora
de las cosas.
Continuando con esta tradición del pensamiento
filosófico, en el siglo XIX serán Karl Marx y Federico Engels,
quienes van a sostener que no es la conciencia lo que
mejor define al hombre Al respecto, estos
filósofos sostienen: Podemos distinguir al hombre de los animales por la conciencia,
por la religión o por lo que se quiera. Pero el hombre mismo se
diferencia de los animales a partir del momento en que comienza
a producir sus medios de vida, paso éste que se halla condicionado
por su organización corporal. Al producir sus medios de vida, el
hombre produce indirectamente su propia vida material.
El hombre es pues, bajo esta concepción de la existencia dinámica,
lo opuesto a las cosas, es decir, algo que no tiene una identidad fija, ni
que tampoco se define a partir de sus productos, porque si así fuera, terminaría
siendo él mismo una cosa con una identidad fija, reificada.
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